Ciencias

Receta para lograr el bienestar

A Peter Drucker, considerado el padre de la teoría de la gestión moderna, se le atribuye la expresión «lo que no se mide no se puede mejorar». Pero este principio, tan aceptado en el mundo empresarial, ha estado notablemente ausente en la gestión gubernamental en materia de bienestar. Se recopilan datos extensos sobre diversos aspectos del bienestar, como la mortalidad infantil, la deserción escolar o la desnutrición, pero hasta hace poco no se han integrado en indicadores comparables que reflejen en toda su compleja realidad el grado de bienestar de los habitantes de un país. padres.

Para llenar este vacío, y con el liderazgo del profesor Michael Porter, de la Universidad de Harvard, en 2014 se creó el Índice de Progreso Social, que integra cincuenta parámetros para llegar a indicadores que permitan comparar el bienestar entre 163 países, y el progreso o revés que hicieron con el tiempo.

Hace unas semanas se publicó el Índice de Progreso Social 2020, que abarca 163 países, desde Noruega en la primera posición con 92,7 puntos, hasta Sudán del Sur en la posición 163 con 31,1 puntos. Paraguay se encuentra en la posición 70, con 72,5 puntos.

Como era de esperar, se observa que existe una correlación significativa entre el ingreso per cápita de los países y su posición en el Índice, lo cual es de esperar: los países ricos tienen mayores recursos para inversiones sociales e infraestructura. Pero el dinero no lo es todo, ya que países con niveles de ingresos similares alcanzan niveles de bienestar muy diferentes.

El gran valor del Índice de Progreso Social es que compara los 50 componentes del índice con los 15 países que tienen el nivel de ingresos más similar. Esto le permite identificar áreas que se pueden mejorar, sin requerir necesariamente mayores recursos totales. En nuestro caso, los 15 países que estamos comparados incluyen a Perú y Ecuador en nuestra región. En este grupo de países los mejor ubicados son Armenia, en el puesto 50, y Ecuador, en el puesto 53. Los peores son Azerbaiyán, en el puesto 104, y Egipto, en el puesto 112, lo que se explica por el hecho de que ambos países han sufrido violencia social grave en los últimos años.

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En comparación con este grupo, nos diferenciamos en Acceso a educación de calidad, Suficiencia de bachillerato, Acceso a servicios de salud de calidad, Acceso a la justicia, Corrupción, Influencia política por grupo social y por género, Universidades de calidad y Publicaciones citadas.

Estas deficiencias no son nada nuevo, y tanto el Gobierno como los gobernados deben ser conscientes de que son aspectos a mejorar. Lo que nos muestra el Índice de Progreso Social es que si otros países con el mismo nivel de desarrollo económico han logrado mejores resultados, nosotros también podemos. No se trata de recursos, sino de voluntad política y de establecimiento de prioridades. Y, sobre todo, una permanente demanda y presión ciudadana.

El bienestar de las personas es un compromiso constitucional. Exigiremos su cumplimiento.

Prudencia Febo

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