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En República Dominicana, una tímida conciencia del daño ambiental que provoca el turismo de masas

Eliminación de sargazo, un alga marrón, en una playa de Punta Cana, República Dominicana, el 2 de junio.

desde la terraza de club Con vistas a la piscina y la playa virgen, Jake Kheel analiza las angustias del momento: el sargazo, ese alga marrón de las aguas del Caribe que los grupos hoteleros intentan detener en el mar; la falta de agua en la República Dominicana y, en última instancia, limitará el crecimiento del turismo; basureros y toneladas de basura diaria, que las autoridades públicas no pueden recoger; y este océano » quién [l]‘te mantiene despierto por la noche’a medida que el calentamiento y las aguas contaminadas traen implacablemente nuevos desafíos.

Jake Kheel dirige la Fundación Grupo Puntacana, llamada así por el imperio turístico fundado por su abuelo. Tiene poco de qué quejarse, pero algo de qué preocuparse. Punta Cana, una vez una jungla deshabitada en el extremo este de República Dominicana, se ha convertido en un ícono mundial del turismo de masas y del daño ambiental causado por su desarrollo anárquico.

Esta elegante estadounidense, formada en gestión ambiental, es descrita como una de las mentes responsables del turismo dominicano. Al corregir los excesos del siglo pasado, quiere también preservar el futuro del grupo familiar. Pero su entorno inmediato personifica las contradicciones de la misión. Acceso al agua, por ejemplo. “Este es el principal problema, por la falta de infraestructura de tratamiento e inversión del gobierno”, lamenta Jake Kheel. Detrás de él, un campo de golf mantenido por riego automático continuo, donde dos amigos trabajan sus gestos en greens impecables. El consumo de agua de los hoteles del grupo es de 17 mil metros cúbicos por día – de los cuales 10 mil son agua tratada.

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En República Dominicana, la disponibilidad de agua dulce se redujo en un 35% entre 1992 y 2014. Mientras que la agricultura captura las cuatro quintas partes del maná restante, con rendimientos particularmente bajos, el turismo ha jugado su papel en la degradación de este recurso: la contaminación generada por los desechos de la actividad turística , la deforestación y, ahora, la intrusión de agua salada causada por el bombeo de agua dulce de los hoteles frente al mar.

“Las sanciones no siempre siguen”

Varias regiones ya sufren escasez de agua, incluida la frontera con Haití, la zona más seca y pobre del país. Precisamente donde el gobierno proyecta el desarrollo turístico más importante desde el nacimiento de Punta Cana, en un ecosistema que, a juicio de los expertos, difícilmente soportará la llegada de decenas de miles de visitantes.

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Eugènia Mansilla

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