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De la visión de Hugo a las teorías científicas modernas, ¿hay un solo paso? | CIENCIAS ECOLÓGICAS

¿Podemos describir, o simplemente abordar, una posible interacción entre la literatura y la ciencia? ¿Será a veces el primero el crisol del segundo? ¿O la literatura puede ser sentida como precursora, o incluso sólo como heraldo del otro? Un ejemplo excepcional lo da un texto publicado en 1950 en la revista Esprit (una revista de intelectuales cristianos que intentaron, durante los años de la posguerra, racionalizar un cierto humanismo científico entonces en decadencia, en torno al concepto intelectual -del cual la noción y la preeminencia empezaba a resquebrajarse socialmente -desde una percepción “divina”).

Jorge Franco, crítico belga particularmente interesado en el estudio del tiempo humano, analiza la relación inmanente entre las nociones de tiempo y espacio percibidas en la obra magistral de Victor Hugo. Y la visión que emerge es verdaderamente trascendente. Si bien este texto surge de una construcción de la mente realizada a partir de la recopilación de fragmentos tomados de una obra colosal (y donde, a priori, uno puede encontrar allí lo que desea), su enseñanza constituye una rara aclaración.

Su estudio ilustra cómo, para Víctor Hugo, la duda existencial que no solo carga su obra en su conjunto, sino que ilumina, según el autor del ensayo, el pensamiento humano de su siglo. Pero sobre todo, las percepciones que describe en un pensamiento que se desarrolla más o menos entre 1820 y 1850, a posteriori, se parecen muy extrañamente a las raíces de teoria de la relatividad, emitido en dos etapas (relatividad especial y luego general) entre 1905 y 1915 únicamente. La quintaesencia de esta visión se basa, en efecto, en la estrecha e indisoluble relación entre el espacio y el tiempo (el famoso concepto de espacio-tiempo), que emanaría de un abismo donde el hombre y su entorno quedarían milagrosamente suspendidos: “El universo se cierne, nada cae.”.

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Así, se puede decir, para Hugo, Dios sería la grandiosa percepción de la nada. O cómo lo inexplicable es parte integral de la observación humana. Independientemente de toda explicación racional, ¿sólo un concepto externo podría venir, de hecho, a confirmar la coherencia universal del azar? Sin embargo, nos damos cuenta de que aún hoy, en vista de las cuestiones planteadas por la teoria de las cuerdas (más específicamente por el teoría del todo) y, por ejemplo, la ausencia de un modelo coherente que unifique los 60 órdenes de magnitud conocidos e investigados científicamente por el hombre, más de un científico se siente tentado por tal enfoque (ver nuestro artículo sobre el libro de Jean-Pierre Luminet) .

Pero primero demos la palabra a los protagonistas de esta manifestación. Para acceder a él, haga clic en el icono de PDF ubicado en la parte inferior de la columna izquierda, y solo puedo desearle un excelente e inesperado descubrimiento.

Xavier Hiron, julio de 2023

Prudencia Febo

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